jueves, 19 de abril de 2012

Gracias Señor Presidente…


El motivo de èstas palabras es recordar a un gran polìtico, estadista y promotor de los derechos humanos argentinos. Estoy hablando de Don Raùl Ricardo Alfonsin, quien nos dejara físicamente el dìa 31 de marzo de 2009.

Un hombre de la democracia, y en el ejercicio de la màs plena de las democracias llevo siempre adelante su utopìa: la uniòn de los argentinos en la persecución de objetivos comunes que hicieran realidad el sueño de todos…, un paìs grande, rico, generoso, humanitario  y solidario.

Su sueño lo mantuvo vivo y alerta, aùn en las caìdas o en la càrcel que supo conocer por obra de la autollamada revolución Libertadora.
Raùl Alfonsín ofreció a un amplio sector de la sociedad un canal pacífico de militancia de centro-izquierda como camino de progreso social. 
En el seno de su amado partido radical fundò la lìnea que desde ese momento lo acompañarìa en su largo andar hacia el sueño: renovaciòn y cambio.-
A su cobijo nacimos todos los que hasta hoy y desde hace muchos años tratamos de ser fieles a su concepción.
Durante la dictadura militar, Alfonsín puso gratuitamente su servicio de abogado para defender opositores y presentar habeas corpus por los detenidos - desaparecidos, actividad que por sí misma solía significar la muerte.
Fue una de las personalidades que a fines del año 1.975 fundaron la      Asamblea Permanente por los Derecho Humanos (APDH) que integro junto a notables como Alicia Moreau de Justo, el obispo  Jaime de Nevares, el rabino Marshall Meyer y Alfredo Bravo entre otros.
Ya como candidato presidencial, durante su campaña buscó sobre todo transmitir una imagen de paz, evitando cuidadosamente todo conflicto, gestos de violencia en los actos o discursos agresivos. Para acentuar la importancia de su mensaje democrático eligió para cerrar sus discursos el Preàmbulo de la Constituciòn Nacional.
El 10 de diciembre de 1983  Raúl Alfonsín asumió la presidencia de la Nación y con ello llego a su fin el período de gobierno del Proceso de Reorganizaciòn Nacional.
Su gobierno tuvo detrás  de sí una fuerza nueva: la civilidad que había votado su propuesta de construir un Estado de Derecho, consolidando la democracia a través de un sistema político que resolvió los conflictos de una manera pacífica, ordenada, transparente y equitativa; reconociéndosele su valentía por la realización del Juicio a las Juntas.
Considerado en su vida un hombre de ética, de valores, de honestidad intelectual, sencillez y bohemìa no fue perfecto, porque era solo un hombre, tuvo sus aciertos y errores y como èl mismo lo expresara: no supo, no pudo o no quiso muchas cosas.
Y como ejemplo dirìa que NO PUDO  romper antinomìas nacionales casi ancestrales, aunque luchò denodadamente para ello; y NO QUISO que se derramara una gota mas de sangre entre hermanos argentinos.-
Y por todo ello, lo que no supo, no pudo o no quiso, màs algùn empujoncito ambicioso o egoìsta, por llamarlo de forma educada, o tal vez por la cobardia de los que decìamos acompañarlo, se tuvo que alejar.
Se alejò pero no se fue.
Acompañò los avatares de la Argentina hasta su fin, cayò y se levantò, fue homenajeado o vilipendiado, amado u odiado, pero nunca ignorado.
En los momentos duros y en las decisiones fuertes era el interlocutor obligado, gustara o no, el resultado de su intervención.
Para todos aquellos que nacimos y crecimos bajo su cobijo y tratamos de ser fieles a su concepción, nos sentimos huèrfanos desde hace 3 años y como sucede cuando se va un gran padre, pasarà nuestra vida sin que el dolor se suavice y buscaremos apaciguarlo persiguiendo su mismo sueño. Y en eso estamos: procurando alcanzar la union nacional, afianzar la justicia, consolidar  la paz interior, proveer á la defensa comun, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino.-
Muchas gracias señor presidente.